viernes, 1 de julio de 2016

Recomendado de hoy: Primero estaba el mar

Desde el PPP Palestina nos recomiendan: 

 Primero estaba el mar 


Por: Johan Sebastián Santillana Rodríguez
Promotor de lectura PPP Palestina
  
Autor: Tomas González
Editorial: Aguilar (punto de lectura)
Año: 2011
Género: Novela 

Tomas Gonzales es un escritor colombiano nacido en Medellín. Decidió empezar  a escribir a principios de la década de los setenta, poco después de dar inicio a sus estudios de filosofía en la Universidad Nacional de Colombia. Desde entonces, afortunadamente, no ha parado de escribir y ya cuenta con un amplio repertorio de novelas y libros de cuentos que, aunque se centran en el contexto colombiano, han sido publicados tanto en Colombia como México y España. Algunas de sus novelas son: Primero estaba el mar (1983),  Para antes del olvido (1987), La historia de Horacio (2000) y Los caballitos del diablo (2003). Entre sus libros de cuentos se destaca El rey de Honka Monka (2003) y en poesía  su poemario Manglares. 

Primero estaba el mar narra la historia de una pareja que reside en Medellín que, gracias a diversas circunstancias, toman la decisión de buscar un mejor futuro lejos de su ciudad natal. J. y Elena se desplazan hacia la costa antioqueña para huir de la civilización que los acosa y frustra de una u otra manera. Se trasladan a una finca que con anterioridad habían comprado con gran parte de sus ahorros. Al llegar a dicho sitio, se llevaron la sorpresa de encontrar un lugar que difería de las múltiples expectativas que tenían sobre él; ya que tanto la finca como el lugar en general carecían de diversas comodidades que les brindaba  la civilización que los vio nacer. Sin embargo, logran vivir y sentir emociones que en la ciudad les era casi imposible llegar a tener. El mar les trasmite paz, tranquilidad y libertad: los sorprende la sensación de fuerza e impotencia al ver las olas responder de forma fuerte e indolente, sobre el territorio que habitan en tiempos de lluvia. 

A su llegada buscan alternativas para lograr que su estadía fuera lo mas cómoda y placentera posible. Cabe señalar que Elena de cierta manera no estuvo del todo de acuerdo con la decisión de viajar y vivir en semejante lugar, pero su situación en Medellín y el amor que sentía por J., fueron motivos necesarios para apoyar y contribuir con ese mejor futuro que tanto anhelaban. Elena es una mujer bastante prepotente, egoísta, negativa, temperamental y autoritaria, gracias a estas cualidades nunca logró convivir con los habitantes de la costa. J. es un sujeto cansado de la vida urbana, ya que es un “literato, anarquista, izquierdista, negociante, colono, hippie, y bohemio” según  cualidades expuestas  por el autor. J. toma la decisión de trasladarse a la costa en un intento empresarial de tener su propia finca y vivir de la explotación de todas las  materias primas que permitiera la naturaleza. Sin embargo, esto termina siendo la causa de múltiples enfrentamientos con sus principios morales y éticos.

  Con respecto  al ambiente que predomina en el texto, se empieza a exponer cómo la vida de J. y Elena  se deteriora,  poco a poco, por diversos problemas administrativos de la finca, concluyendo así en la separación los protagonistas. J. desesperado por salvar la finca y su relación con Elena busca alternativas y soluciones que solo terminan alimentando significativamente sus problemas. Su desesperación cada vez es más grande, la cual lo termina llevando por una vida rodeada de alcohol y amores fugaces. No obstante, J. nunca pierda la esperanza: siempre tuvo fe que  todo saldría bien, que de una u otra manera podría levantar la finca y mejorar la relación que tenía con Elena. Lamentablemente todos sus esfuerzos y esperanzas son derrotados con su muerte, la cual fue causada por un administrador que contrató después de que Elena y sus empleados, entre ellos su anterior administrador, que en pocas palabras era su mano derecha y único apoyo en muchas de las iniciativas que deseaba llevar acabo en la finca, lo abandonaran.      
    A lo largo de la novela se evidencia la manera en que Tomas Gonzales va introduciendo un ambiente de suspenso y drama, puesto que constantemente anuncia el posible final fatal de J. y Elena. Todo esto desde la perspectiva de un narrador omnisciente que anticipa el desenlace trágico de esta historia. En el capítulo seis aparece un pasaje corto que captura de forma inmediata el  interés del lector “El otro cuarto, aquél donde más tarde funcionaría la tienda –y donde, más tarde aún, sería lavado el cadáver– estaba completamente vacío” (González, 1983: 36). Esta  descripción, con una anticipación de la historia, genera en el lector intriga y duda sobre las circunstancias causantes y las víctimas de los hechos, que el autor anuncia de forma reiterativa antes de que sucedan.

 Primero estaba el mar es una novela que sorprende a sus  lectores. Mediante un uso preciso del lenguaje, imprimiendo una admirable agilidad a su narración, expone un drama trágico y violento: un choque cultural y una historia de desamor,  infelicidad y frustración que toca los más profundos y patéticos hilos de la condición humana. La economía lingüística que Tomas Gonzáles desarrolla es destacable porque impide que la narración pierda su horizonte y se extienda en descripciones innecesarias, proporcionando contundencia a la temática existencial y violenta que la novela plantea.       

En conclusión, desde una opinión  muy personal, reconozco como unos de los temas principales la nostalgia y frustración de J. y Elena, por llevar una vida sin tanto ajetreo, propio de habitantes de grandes ciudades del mundo. Primero estaba el mar es el reflejo de los sueños y aspiraciones de una gran cantidad de seres humanos cansados de su cotidiana vida urbana, los cuales ansían consiente o inconscientemente llevar una vida con mas tranquilad, paz y libertad. Sin embargo, es posible que exista algo en la naturaleza humana que impide, inclusive en lugares o cosas que consideramos la salida y solución a nuestra estresada y aburrida existencia, su libre desarrollo y desenlace. J. en sus últimos minutos de vida logró reconocer y entender el sentido de hermandad que tienen el nacimiento y la muerte. Por fin pudo sentir la libertad y sobriedad de su decisión: dejar su vida en la civilización, vivir y sentir el mar.      

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