Por: Daniel Briceño
Promotor de lectura PPP Illamaní
Autor: Lilia García Bazterra
Editorial: Sigmar
Año: 2011
Género: Novela
Entre las nuevas adquisiciones literarias de las colecciones de los Paraderos Paralibros Paraparques, podemos resaltar esta sensible obra, que pesa por
contenido, rigor, color y la fuerza que nos habla de la realidad
latinoamericana (no sensiblería). Lilia García es una profesora de castellano y
literatura en Argentina, un país donde se promulgan ideas de progreso social no
siempre tan confiables: en Un sembrado de estrellas se narra los
pensamientos de una familia dispar, de aquellos parajes.
Manuela
es una niña que cuando toma la voz en la narración, elabora impresionantes
monólogos (posiblemente causará la envidia de más de uno de esos que se
autoproclaman poetas). Manuela es sensible, sencilla, esforzada, soñadora,
cariñosa y se desvela buscando resolver los misterios de los puntitos de luz,
que se pueden ver de noche en el cielo. A Manuela la acompaña su único y mejor
amigo, Bernardo, que vive con ella las desdichas y victorias, los placeres de
la niñez y sus sinsabores; también está el noble Kinkón, un corcel que habla
con Don Pepe, el abuelo y protector que, a falta de capas rojas y rayos láseres
en sus ojos, posee la fuerza que sólo da un buen corazón y el amor a unos niños
abandonados; también hace su aparición el mejor amigo del humano (algunos no
hablan de humanos, sino de hombres, pero las mujeres no son hombres y son
humanas igualmente): un perrito, adoptado de la misma forma, que se llama
Chepe.
Todos
juntos sobrellevan la realidad más cruda, capaz de despabilarnos de nuestras
ensoñaciones televisivas con el coraje del que no se rinde por desconocer sencillamente
cosas mejores. Presenciamos animales que son hermanos sin acudir a lenguajes, a
la mejor forma de Esopo, y compañeros leales e incansables en el trasegar de
Manuela, Bernardo y el Abuelo. Podremos ver que por cada “malo” hay tres o más
personas que no se rinden en la meta de vivir felices, libres y compartiendo
eso tan abundante pero invisible: el amor, el afecto a quienes resisten contigo
y te ven como un motivo más para continuar respirando. ¡Ahh! y claro, las
estrellas dadoras, por antonomasia, de deseos a los tristes mortales.
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