Foto PPP El Country |
Por: Ángela Valeria Dimaté
Promotora de lectura
Cuando
somos niños y crecemos en un tiempo sin minutos, los libros son siempre
extraños, incluso cuando la lectura hace parte de nuestras vidas. Estás en los
días y alrededor tuyo hay cientos, miles de objetos que te facilitan el diario y
otros que te estorban: escobas, computadores, papeles, lámparas, jabones,
sillas, cajones. Entre todos hay unos que aguardan secretos insospechados, por
decir lo poco. No hay palabras precisas para describir lo que significan los libros
en el recuerdo de la niñez, sólo porque más que experiencias son sensaciones,
como los olores. Caminas por la calle y te cruzas con un aroma que por arte de
magia te transporta cinco, diez años antes, y entonces el mundo se hace más
grande porque no está compuesto sólo de este momento sino que es mucho más rico
y hondo, fragmentado en laberintos que olvidas visitar. En estas épocas de
centros comerciales con sobrepoblación, lugares como los Paraderos Paralibros Paraparques
son una rareza deliciosa. No imagino el impacto que hubiera tenido en mí haber
conocido un espacio como este cuando era niña, si de grande ha sido tan
significativo para mi vida. Por eso los libros son siempre extraños, porque a
pesar de haber tenido la suerte de una madre que ha sido siempre lectora voraz, el encuentro
con un libro desconocido es el encuentro con un universo extraño que se dispone
a mí sin reclamos de ninguna categoría. Ir a un PPP y comprobar en sus más de
trescientos títulos un secreto que un promotor de lectura está dispuesto a
compartir sin nada a cambio además de una sonrisa cómplice, de una mirada que
es amiga en el silencio o en la palabra, no se compara en valor con ningún
regalo comprado en los afanes de las fiestas decembrinas (Existen diversas actitudes en relación con la Navidad, y de algunas de
ellas podemos hacer caso omiso: la social, la torpe, la manifiestamente
comercial, dice T. S. Eliot en “El cultivo del árbol de Navidad”). Charles Dickens,
en “Canción de navidad”, nos presenta a un hombre, Scrooge, que encuentra en
el recorrido de esos laberintos del pasado la riqueza de un libro personal que
lo transforma. Nosotros podemos leer ese cuento y comprobar la sentencia de
Eliot: no se trata de regalos ni de compras, se trata de historias y de
compañías.
A
continuación te compartimos un álbum de fotos de algunos momentos vividos en tres
de los cincuenta y un PPP de la ciudad (Paulo VI –Teusaquillo–, El Country –Usaquén–,
Gaitana –Suba–), para que te animes a visitar alguno, u otro, en estas Biblovacaciones.
El 31 de diciembre espera más fotos:
Que linda publicación Ángela Valeria, igual que tu nombre. Por favor, sigue compartiendo con nosotros tus publicaciones... y si, definitivamente los paraderos sin son una rareza deliciosa que se debería extender a todo el país. Nos vemos en cualquier P.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu lindo comentario, Anónimo (y un saludo al nombre real). Espero que la suerte nos encuentre en algún PPP y, en todo caso, que el Blog sea un punto de encuentro y los libros un puente de susurros que una lectores silenciosos. Muchos abrazos y feliz(ces) año(s).
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