El castillo de Otranto
Título: El castillo de
Otranto
Autor e ilustrador: Horace
Walpole
Editorial: Anaya
Año: 1995
Páginas: 188
Por: Ángela Valeria Dimaté
Campos
Promotora de lectura parque La Esmeralda
Promotora de lectura parque La Esmeralda
Hay libros engañosos y este. Aparentemente, una
reseña del «Otranto» se podría limitar a anotar lo esencial de
la historia que cuenta. En realidad hay tantas aristas que rodean y hacen parte
de la obra, que dos párrafos resultan insuficientes pero suponen, al mismo
tiempo, la oportunidad de arriesgarse a una lectura más profunda y emocionante.
En efecto, Horace Walpole escribe una novela que divierte al lector
contemporáneo, habituado a lecturas literarias de estructuras narrativas más
sofisticadas. El lector del siglo XVIII, en contraste, está poco habituado a lo
que se convertiría en el modelo de novela gótica que inaugura Walpole con esta
obra. Dicho siglo, conocido como Las Luces o de la Ilustración, defiende una
novela armoniosa que respete la razón y los esquemas que impone la realidad. El
siguiente siglo llega al culmen creativo con el Romanticismo, movimiento que,
asegura Isaiah Berlin, ha implicado la revolución más definitiva de toda la
Modernidad en Occidente. La novela gótica, en cierta medida, anuncia un
Romanticismo aún incipiente en el que no se inscribe de plano, pero con el que comparte
la necesidad de provocar una ruptura en la escritura respetuosa de la verdad y
la armonía.
«El castillo de Otranto» se publica en 1764y, ...
contrario a lo que su autor supuso en un primer momento, causa un revuelo emocionante en las letras europeas. Estas, habituadas a desechar la fantasía y lo sobrenatural –etapa que se consideraba superada luego de la Edad Media–, funcionaban tranquilamente en una especie de estancamiento creativo con la novela sentimental. Elementos dispares que siempre mantuvieron prudente distancia, se mezclan en esta novela creando un efecto de dislocamiento con la realidad. La introducción de elementos como los castillos, las armaduras, los pasadizos misteriosos, la superstición y la inclusión cómica de sirvientes ingenuos, permitieron una atmósfera completamente nueva que para la época se familiarizaba con el misterio y el terror. Estas dos formas, que se desarrollaron con imponencia a partir de Edgar Allan Poe, son en el «Otranto» aún primitivas y tienen un manejo inmaduro en la narración, lo cual es natural, considerando que es la primera vez en que se juega con elementos tan distantes. Pese a esto, la historia resulta muy entretenida –mentiras, yelmos gigantes, una enrevesada historia de amor familiar y un final tan desconcertante como memorable–. Al tiempo, la obra constituye un valioso documento que testifica un antecedente imprescindible de la novela de terror, de misterio, e incluso de la novela negra, y un heredero de la novela de caballería, la comedia suavizante de las tragedias de Shakespeare y algo de misticismo oriental. Para resaltar de esta edición, cabe anotar que se traduce directamente del manuscrito original en inglés, y que incluye un Apéndice que amplía con riqueza el contexto de la obra, la época, el autor y la novela.
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