lunes, 13 de junio de 2016

Algunos relatos orientales


Por: Joseph Lozano
Promotor de lectura PPP Clarelandia
                                                        
Escrito sobre: 

Obra: Algunos espectros orientales
Autor: Koizumi Yakumo
Editorial: Libro al viento.
Año: 2011
Género: Cuentos



Obra: Cuentos de China y Tíbet

Autor: Lotta Carswell
Editorial: Norma
Año: 2011 
Género: Cuentos




"El poeta está envuelto en el humo de su pipa, y dice:

¡Oh! ¡El sueño! Por él vivimos muchas vidas distintas; él nos
libertad de la esclavitud del ser. Ser de un modo, ¡qué triste...! "
                                                 Fernando González


Las costumbres obedecen a los valores intuitivos, como dice William Ospina, y estos a través del lenguaje adquieren y se enriquecen de una forma  simbólica: todo tiene que ver con todo. Aquél lenguaje vivo se mezcla con los sueños y recuerdos, creando una memoria colectiva que se expresa en la palabra, en el relato.

Hace muy poco tiempo me enteré de cómo el gallo cantor se había ganado su corona. Que en el extremo occidente del Tíbet, en el reino de Sekkim, construyeron una torre que se izaba hasta el cielo y que todo ello inició  por un granjero que amaba sus cerdos. De la extraña historia de unos mágicos seres diminutos hechos en madera y al servicio de una señora que los hacía crear, cultivar y moler una misteriosa harina de trigo; luego la señora  utilizaba esta harina para hornear viandas deleitosas que brindaba a sus residentes al amanecer como desayuno, transformando a los incautos viajeros en burros. Es imposible no recordar aquella alegre e infortunada marioneta de madera que, al quedarse cinco meses sin escuela y en una entrega total al divertimento, se contagió de la fiebre de burro; luego en ese estado lamentable lo vendieran a un circo. De una manera muy similar, en este cuento chino, la señora número tres arriaba con un látigo largo  a sus desgraciados residentes transformados en jumentos. En la comunión de estos dos últimos relatos yace la extrema confianza de los futuros burros.

El tiempo, máximo regente de las culturas vivas y muertas, se expresa de una forma  divina en un sublime relato japonés. En esta historia, el tiempo es moldeado como un bello y fatídico sueño de un góshi (que es propietario rural y soldado-granjero) llamado Akinosuké; en este relato el resultado mágico, más que el acontecimiento, es el transcurso temporal.  Esta misteriosa concepción  del tiempo está muy arraigada en el vientre oriental y la podemos ver  en el Dios Visnú, el regente cósmico que nos sueña y sueña la realidad, y también en Sidarta Guatama,  que según la gloriosa historia oriental, era el iluminado, Buda  o despierto, de esta dolorosa realidad.

El que lea aquellos relatos asiáticos tiene la posibilidad de ver cómo al caerse  las pinturas de los peces en el lago, se desprenden del papel y ¡se alejan  nadando a las profundidades del Oriente!



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