En los Paraderos Paralibros Paraparques se realizan actividades mensuales de Libro Al Viento. En el mes de Abril se realizaron varios Bici-Recorridos con el libro Bicicletario; hoy compartimos una crónica que habla de esta actividad en las localidades de: Bosa, Ciudad Bolívar, Tunjuelito y Kennedy.
Una prima – hermana no reconocida
Por Angie Cardozo
Promotora de lectura PPP
Estancia, Ciudad Bolívar
Domingo
17 de abril del 2016
Nubes
grises, silencio de domingo en la mañana, lluvia. Tras nueve horas de nuevo
día, todo parecía estar listo para rodar por la ciudad con libros en la maleta
como nunca antes lo había hecho. Dos eran mis retos ese día. El número uno era
leer la ciudad un domingo en bicicleta por el sur de Bogotá. Y el segundo era sin duda seguir una proeza
ciclística y sobre todo literaria: recorrer cuatro de las localidades de Bogotá
con más viajes en bicicleta con el pretexto del Bicicletario, título número 112 de la colección Libro al viento.
Cuando
planeaba los recorridos del día con mis compañeros promotores de Bosa, Kennedy
y Tunjuellito, imaginaba una fila interminable de bicicletas, bajo el sol
picantico de Bogotá, pero otra fue la realidad. Sobre las 9 de la mañana, el
cielo estaba encapotado, lo cual era una advertencia para buscar capas
plásticas si queríamos hacer un bici-recorrido literario sin pescar un
resfriado. Sin embargo, no hubo ni capas antilluvia ni una fila interminable de
bicicletas en el PPP Estancia, la cuarta parada del recorrido.
Mientras
esperaba que Jorge, uno de nuestros acompañante académicos llegara con algunos
usuarios de la localidad de Bosa, no sé a cuántos dioses ocultos del universos
rogué para que la lluvia se detuviera, para que los invitados al recorrido
prefirieran una dosis de bici bajo de lluvia y no una mañana bajo las cobijas
en casa. No hubo ruego que funcionara para calmar las lluvias de abril, pero
por fortuna llegaron cuatro usuarios dispuestos a leer la ciudad sobre un
caballito de acero. Esas cuatro personas me hicieron creer que aún bajo la
lluvia, las letras tienen un encanto místico y quizás incondicional, pues sin
importar que solo había dos bicicletas y debían compartirlas en el recorrido,
su energía de domingo en bicicleta seguía intacta.
Armados
de una cross con una cadena que tarde o temprano tuvo que ser reparada, una
fixie alquilada que hizo más ligero el
camino, una súper todo terreno maniobrada por Mónica, una compañera promotora
que además era la maestra del grupo, mi bicicleta de fines de semana, patos (espero que como buen Bogotano sepa a
qué me refiero), y algunos libros en mi maleta, aislamos el frío a pedalazos y
tomamos la autopista sur hacia el norte para empalmar nuestro recorrido con los
usuarios del PPP Nuevo Muzú, en Tunjuelito Al llegar, nos encontramos con Don
Pedro, uno de los usuarios más antiguos de este paradero, su hermano y una
exposición de bicicletas clásicas restauradas por ellos mismos. Allí, estaba
Laura, quien nos invitó a leer en el Biciletario
la historia de la bici y con ello crear la bici de nuestros sueños.
Don
Pedro y Laura se sumaron al recorrido, pero antes debíamos hacer una parada en
un espacio eco-cultural como creo bautizarlo al que nos invitó Don Pedro. A la
vuelta del parque nos esperaba una huerta con todos los alimentos imaginables
sembrados en tierras bogotanas, desde maíz hasta ajíes y lechugas frescas. En
esa huerta, dijo Don Pedro también se comparte la palabra. Nos invitó a
regresar participar de algunos recitales
y charlas. Con ello, me di cuenta que la bici nos permitió tejer las historias
del territorio que despúes charladito íbamos pedaleando.
Por
fortuna para la seguridad de los usuarios
y de las bicicletas, la Avenida Boyacá tenía dos carriles dispuestos
para la ciclovía. Por esta calle tomamos camino hacia el parque Timiza, nuestra
parada final. Esta vez, Don Pedro fue el guía de ruta. En este punto del día,
mis ruegos de mañanita habían surtido efecto y el sol inclemente del medio día
bronceaba nuestras pieles con un rojo que solo deja el sol cuando se está ha 2600
metros de altura. Cuando llegamos al Parque Timiza, tuvimos que guardar
nuestras bicicletas en un parqueadero, pues en el parque las bicicletas están
prohibidas. Esto me hizo recordar uno de los textos recomendados del Bicibletario: Vietato introduirre
biciclette, que luego leí en el Paradero con algunos usuarios para no
quedarme con el antojo.
Luisa,
nos esperaba con los compañeros de Bosa, quienes con su cara de cansancio y
hambre de almuerzo nos esperaban. Para esa hora, cerca de la 1 de la tarde, ya
todos habían compartido sus lecturas. Sin embargo, Luisa nos guardó dos grandes
bocetos de bicicleta y una Oda a la bicicleta para re-crear la bici
con palabras, que rimadas o no, pretendían ser un poema. En dos grupos, dejamos
rodar las palabras por las ruedas de las bicicletas, unos fuimos generosos en
ellas y llenamos cada radio de una frase más o menos bien lograda, otros más
concretos, como deben ser los viajes diarios en bicicleta, crearon una
historia.
Eran
las 2 de la tarde y el sol había hecho de las suyas con nuestra piel y nuestra
energía. Agradecimos a todos por compartirnos sus lectura de la bici, por leer
el mundo sobre ella, por preferirla como regalo de navidad por tantos años, por
ser uno de los usuarios frecuentes de nuestras lecturas, por acompañar a los
niños en los parques a leer, por tener canasticas para llevar los libros de la
biblioteca, por ser prima-hermana de los libros. Sí, la bici es la
prima-hermana no reconocida de los libros, porque siento que cuando los
niños aprenden a montar bici sienten
tanta adrenalina como cuando descubren una historia, porque viajar en la bicicleta,
aunque sea solo unas cuadras, es tan entretenido pro viajar por las historia
que otros han escrito, recorrer nuevos caminos en bici, puede ser algo muy
parecido a leer nuevos autores o
géneros; montar en una bicicleta eléctrica, puede ser tan revolucionario como
leer en una Tablet o en pdf. En las cuatro localidades que recorrí, descubrí a
la prima- hermana no reconocida de los libros.
Bicirecorrido - <
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