viernes, 15 de mayo de 2015

La cultura de la lectura


Por: Daniel Briceño
Promotor de lectura del PPP del Parque Illimaní

Es por todos los medios pregonado que la lectura y el hábito frecuente de abordarla como manera de civilizarse y aprender es una práctica de personas formadas, y práctica elemental a la hora de constituir naciones desarrolladas, lo más lejanas posible a los barbarismos tercermundistas que impiden a parte de la humanidad ayudar en el proceso de llevar a cabo el proyecto de un mundo desarrollado, tecnológico y “humano”.

Pero la lectura de las letras no es construir mundo civilizado. Porque la lectura como tal recoge una enorme cantidad de actividades y capacidades, que han de llevar a su practicante a ser crítico y transformador de su entorno social. Sin embargo, si las personas solo leen para rellenar la casilla de ciudadano culturizado, productivo y educado de un lugar, que algunos marcan políticamente con nombres, no será posible sino seguir en la recreación de la oveja ciega. Porque leer un código impuesto por la cultura colonialista no representa otra cosa que ser un sujeto colonizado, tanto en lo lingüístico como en lo cultural.

Borges dirá que se ha de sentir uno orgulloso por lo que ha leído, más allá de lo que ha escrito. Yo diría que la mejor actitud a presumir es la de sentirse cada día más descolonizado de las prácticas tendientes a la alienación, y no solo de lo que somos, si somos algo definible, sino de lo que se nos prohibió ser desde el inicio de nuestras vidas como sociedades latinoamericanas y africanas.

Aunque, ya entrados en el pantano espeso y picante de la subordinación a dictados externos, será mejor amoldarse a lo dado, pues lo que nos hubieran legado los antepasados negados y satanizados ha sido enterrado y sumergido como sus lenguas y cosmovisiones. Entonces, nos toca aguantar y crear con lo que nos han dejado y continúan enviando los padres blancos del Norte.

Podemos siempre levantar con las herramientas que nos han prestado, pero para nuestros intereses, que si bien no podrán ser concertados entre nos mismos, sí se pueden plantear desde las bases, haciendo labores con el individuo, sin politizarse, sin engancharse a dinámicas de directa o indirecta competencia con los poderes hegemónicos, sin pretender construir naciones soberanas con élites privilegiadas, ni representaciones “lamebotas” de poderes interesados y dicotomizantes traídos de lugares que la gran mayoría no verá si no es en una pantalla de colores.

Leer, sí. Pero poniendo énfasis en las contextualizaciones y comparaciones con otras lecturas, importantes y necesarias como cada una de las otras. Leer para reconstruir un mundo para los humanos que leen, y no para perpetuar a las castas elegidas como intelectuales y dirigentes, que sólo hacen propaganda de su bienhechora y occidentalizante cultura, para tener números legitimadores de sus poderes políticos, mediáticos y religiosos. La lectura ha de ser para debatir lo dado, si no desde lo perceptible, por lo menos desde lo histórico para construir nuevas percepciones, o redescubrirlas desempolvándolas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario